"No todos los artistas pueden ser jugadores de
Ajedrez, pero todos los jugadores de Ajedrez son artistas."
Marcel Duchamp
Es conocida la leyenda de los
granos de trigo, y que documenta Tahan (1972): En la provincia de Taligana
reinaba el rey Ladava que tuvo que enfrentarse al ejército del aventurero
Varangul, al que logró vencer pero el hijo del rey, el príncipe Adjamir, falleció
en la batalla. El rey Ladava, terminada la guerra estaba muy triste y abatido,
se encerró en sus aposentos y solo salía para tomar decisiones con sus
asesores. Los sacerdotes no sabían consolarlo y un cierto día el joven Lahur
Sessa pidió audiencia para enseñarle un juego que acababa de inventar, formado
por un tablero cuadrado dividido en sesenta y cuatro casillas iguales y una
serie de piezas blancas y negras, a lo que siguió la explicación de las reglas
del juego, que se realizaba entre dos jugadores, uno con las piezas blancas y
el otro con las piezas negras. Pasadas unas horas el rey había aprendido las
reglas del juego y para demostrarle su agradecimiento le dijo que le pidiera lo
que quisiera a lo que el inventor le contestó: “No deseo oro ni joyas ni
palacios, solo deseo una recompensa en granos de trigo”, lo que llevó a los
presentes a una risa generalizada. Me daréis, dijo Sessa, un grano por la
primera casilla, dos por la segunda, cuatro por la tercera, ocho por la cuarta
y así doblando hasta la sexagesimocuarta y última casilla del tablero. Los
algebristas se retiraron a hacer los cálculos, los sabios tardaron unas horas
en presentar sus resultados al rey. ¿Con cuántos granos de trigo el rey
corresponderá a la promesa que le hizo al joven Sessa? La respuesta: 264
– 1 = 18 446 744 073 709 551 615 granos de trigo, es de todos conocida, es
decir dieciocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos
cuarenta y cuatro billones, setenta y tres mil setecientos nueve millones,
quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince granos de trigo. Sabiendo que
en cada kilogramo de trigo caben aproximadamente unos 20 000 granos, ¿podríamos
calcular las toneladas que pesarían los granos de trigo y el volumen que
ocuparían?
Ahora te presento un problema en el que el AJEDREZ es el
principal protagonista.
UN PROBLEMA CON UN NO SÉ QUÉ
Veamos un diálogo entre un
profesor de matemática y sus estudiantes:
Leonor: Profe, con Ud. hemos visto muchos problemas de matemáticas…
Profesor: También hemos vistos algunos problemas de lógica. ¿Ya los
has olvidado?
Leonor: ¡No, no! Lo que quería proponerle es que nos deje de recuerdo
un problema que no sea usual, que tenga un no sé qué.
Profesor [Acusando el golpe]: ¿Un problema poco usual? Déjenme
pensar uno segundos…
Carlos y otros: Pero si no se acuerda no importa. Nosotros
solamente…
Profesor [Saliendo de su ensimismamiento]: ¿Conocen ustedes las
reglas del juego del ajedrez?
Carlos, Miguel, María, Hortensia: Claro profe; ¡soy uno de los/las
mejores del salón!
Leonor: Yo no juego muy bien; pero conozco las reglas.
Teresa, Eusebio, Lucía, Pedro: Lo mismo decimos nosotras(os).
Profesor: No hay problema. Basta conocer adecuadamente las reglas
del juego. No es necesario ser un campeón mundial como Carlos... Es suficiente
recordar que: i) El tablero debe ser colocado de manera que a la derecha de los
jugadores debe haber un escaque blanco; ii) Los reyes y torres pueden enrocar
siempre que todavía no hayan jugado; además, ni el rey que enroca ni los
escaques, por donde va a pasar, deben estar amenazados; iii) Un rey no puede
situarse a sí mismo en jaque, ni tampoco puede permanecer en jaque, excepto
cuando se trate del mate; iv) Un peón que llega a la octava fila puede
transformarse en cualquier ficha de su propio color, exceptuando al rey; v)
Recordar cómo se mueve cada una de las fichas.
Varias voces: Eso sí lo sabemos, ¿cómo es el problema?
Profesor: Carlos ¿podría conseguirnos un tablero y fichas, por
favor?
Carlos: Por supuesto. Ahorita regreso. [Sale del salón.]
Profesor: Lo que voy a plantearles es lo que podría llamarse un
problema de “lógica aplicada”. Hace semanas cayó en mis manos un libro que me
pareció sumamente interesante, con problemas llamados de “retroanálisis”, es
decir, análisis hacia atrás…
Carlos: Aquí está el tablero y las fichas. Tome Ud.
El profesor acomoda algunas fichas:
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Rey, Torre, Caballo, Peón, Dama, Alfil y sus letras
iniciales. Los apóstrofes indican que se tratan de fichas negras.
Carlos: Epa!, profe! El tablero no está colocado correctamente. ¡Así
no se puede saber en qué dirección van a jugar las fichas blancas!
Varias Voces: Sí, es cierto, profe!
Profesor: Bueno, ése es uno de los problemas: descubrir en qué
dirección juegan las fichas blancas, o si se prefiere, en qué dirección juegan las
fichas negras.
Miguel: Eso no parece una partida de ajedrez. Allí no se presentan
esos problemas.
Leonor: Nosotros habíamos pedido un problema especial, y éste lo
sería ¿Hay otra pregunta, profe?
Profesor: Sí, ¿Cuál ha sido la última jugada; lo que ha producido
ese arreglo actual de las fichas?
Carlos, Miguel: ¿La última jugada de cuál de los jugadores? ¿Del
blanco o del negro?
Profesor [Un poco preocupado]: Bueno; sucede que esa pregunta es
también parte del problema.
Carlos, Miguel, otros: ¿Qué?
Leonor: Profesor, una última pregunta: ¿Cree Ud. que nosotros
seamos capaces de encontrar la solución?
Profesor: Sí, decididamente sí. Pero el asunto no es trivial.
h.g. valqui (2009).
Jaquemática, (324-326)
¿Y TÚ ERES CAPAZ DE
ENCONTRAR LA SOLUCIÓN?, ESTOY SEGURA QUE SÍ
Chepita de Jesús Zubiate
Mas
Especialista en
Educación Secundaria DRE Amazonas
Dirección de Gestión Pedagógica DRE Amazonas
Elver Puerta Salazar
Director
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