miércoles, 1 de abril de 2020

JEMPUE, EL PICAFLOR, Y EL ORIGEN DEL FUEGO


JEMPUE, EL PICAFLOR, Y EL ORIGEN DEL FUEGO

Recopilado por José Luis Jordana Laguna


Cuando los aguarunas empezaron a poblar las selvas del Alto Marañón no conocían el fuego. En aquel tiempo tampoco sabían cultivar la tierra, no poseían chacras y carecían de yuca y de plátanos. Sufrían de hambre y de frío. Morían muchos niños a los pocos días de nacer, porque no había cómo abrigarles y calentarles.
Como no tenían fuego, los aguarunas no cocinaban la carne ni los otros alimentos. Buscaban choros y camaroncitos por las quebradas y cuando conseguían algunos, se los metían debajo del brazo, bajo las axilas. Así los tenían un rato hasta que cambiaban levemente de color y luego se los comían. Esta era la forma de cocinar de los antiguos aguarunas. También comían el palo de balsa o topa cocinándolo por el mismo procedimiento de mantenerlo unos minutos debajo del sobaco.
Otra manera de cocinar consistía en colocar los choros, camarones o pescaditos sobre una estera tejida de chambira  en el sol. Así los dejaban hasta que bien soleados, se secaban. Después los comían sin sazonar, pues tampoco conocían la sal.
Iwa, el gigante que se alimentaba de gente, era el único que poseía el fuego. Lo cuidaba con mucho esmero. No se lo daba a los aguarunas. Y éstos no se atrevían a quitárselo, ya que mataba a los aguarunas y se los comía.
Pero un día, Jémpue y Yámpits se pusieron de acuerdo para robarle el fuego al gigante Iwa.
-Mientras yo agarro el fuego, tú, Yámpits, aprovecha para conseguir toda clase de semillas que tiene Iwa para sembrar en su chacra.
Así hablaba Jémpue, el picaflor. Yámpits, la palomita de monte, también conversaba:
-De acuerdo. Tú vete por allá, yo iré por este otro lado.
El picaflor se fue a una quebrada y se remojó bien sus plumas, luego se tendió en la trocha por donde habían de pasar las mujeres de Iwa al volver de la chacra.
Regresaban ya las mujeres de Iwa por la trocha, cuando encontraron al picaflor mojado, tumbado en el suelo y tiritando de frío.
-¡Pobrecito picaflor! ¡Está muerto de frío! Vamos a llevarle a casa para que se caliente un poco.
Así decían las mujeres de Iwa. Lo recogieron y una de las mujeres se lo metió dentro de su vestido para que fuese entrando en calor. Y llegando a la casa lo dejaron junto al fuego de la candela.
Mientras tanto, otra de las mujeres de Iwa se encontró cerca de la casa a Yámpits, la palomita, que parecía que estuviese muerta de hambre. La mujer la cogió y la llevó también a la casa. Se preguntaba:
-¿Qué cosa comerá este pajarito? Voy a probar a ver si come semillas.
Y la mujer le daba de comer, boca a boca, semilla de frijoles, de maní y de maíz. La palomita de monte se las tragaba todas. Las guardaba en su buche, no las digería. La mujer al ver que la paloma de monte comía bien las semillas, la dejó en el suelo para que siguiese comiendo sola, mientras ella se iba a preparar la yuca y los plátanos.
Mientras tanto el picaflor, Jémpue, cerca de la candela, poquito a poco se iba arrimando cada vez más al fuego. Así se iban secando sus plumas. Cuando ya estaban bien secas sus plumas, quiso meter su colita en el fuego. Pero Iwa lo vio y gritó:
-¡El picaflor está quemándose la cola! ¡El picaflor se está quemando!
Una mujer fue corriendo y lo quitó del fuego. Lo puso más lejos. Pero el picaflor seguía pensando en robar el fuego.
Pasó un tiempo y los Iwas se olvidaron del picaflor. Éste se acercó calladito al fuego de la candela y poniéndose de espaldas introdujo su larga colita en la saltarina llama del fogón. Se quemó y se prendieron sus plumas. El picaflor con su colita encendida y echando abundante humo, levantó vuelo y salió de la casa del gigante Iwa.
Iwa gritaba:
-¡El picaflor está robando el fuego! ¡El picaflor está robando el fuego!
Quisieron agarrarlo, pero no lo lograron. El picaflor escapó llevándose el fuego hacia el interior del bosque. Volaba llevando su colita envuelta en llamas. Cuando encontraba árboles secos, árboles resinosos, árboles buenos para leña, Jémpue, el picaflor, golpeaba con su colita el tronco y los encendía. Iba dejando el fuego por todas partes.
Y cuando ya estaba el picaflor por abrasarse porque las llamas alcanzaban su cuerpo, se lanzó contra el agua del río Marañón y se zambulló unos segundos. La llamita se apagó.
Desde aquel día, todos los picaflores tienen su colita medio blanca del color de la ceniza.
Los aguarunas salieron a recoger el fuego y lo llevaron a sus casas y desde entonces procuran que nunca se les apague.
Yámpits, la palomita, aprovechando que estaban todos los Iwas preocupados con la huida de Jémpue llevándose el fuego, se escapó también volando. Y llegó a la casa de un aguaruna y vomitó todas las semillas que había tragado en casa de Iwa. Y así obtuvieron los aguarunas las semillas del frijol, del maní y del maíz. Y a partir de entonces los empezaron a sembrar en sus chacras.
Desde aquel día los aguarunas mantienen siempre encendido el fuego de la candela, durante el día y por la noche, y de esta manera pueden cocinarse los alimentos, asarse los plátanos y las yucas, ahumar la carne para que no se pudra y calentarse los pies, durante las noches frías de los días lluviosos.

De: “Mitos y leyendas aguarunas” (1974)

El recopilador:
José Luis Jordana Laguna nació en Zaragoza, España, en 1937. Es filósofo, humanista, pedagogo y escritor. A finales de los años 60 e inicios de los 70 del siglo pasado residió en el Alto Marañón, desempeñando labores educativas en las comunidades aguarunas y huambisas. En Mitos y leyendas aguarunas (1974), Cuando los animales hablaban (1983), Al principio de los tiempos / Relatos amazónicos (1986), ha recogido la tradición oral de los pueblos nativos de la Amazonía peruana. Es representante en España de la Confederación de Organizaciones Nacionales de la Amazonía Peruana (CONAP) y Alternativa Desarrollo Amazónico del Perú (ALDEA).


Para dialogar:
1.        Ubica las siguientes palabras en el relato y, según el contexto, infiere su significado:

Chambira

Trocha


        1.  En el relato se dice que Yámpist se tragaba las semillas de frejol, de maíz y maní, pero no las digería.             Explica cómo realizan la digestión las aves.
         2. ¿Crees tú que Jémpue hizo bien al robar el fuego y darles a los aguarunas? ¿Por qué?

Puedes decargar el texo en el siguiente link: 👉JEMPUE, EL PICAFLOR Y EL ORIGEN DEL FUEGO


Jamilton Loja Maldonado
Especialista en Comunicación DRE Amazonas







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Director

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