sábado, 25 de abril de 2020

SILENCIO VIRAL EN CHACHAPOYAS


Autor: Víctor Hidalgo Zubiate.



Saliendo a la calle, llegué a la esquina.
No hay nadie, nadie, nadie... Mi corazón se agita.
Miro a uno, otro y otro lado y, como dibujo inanimado,
Veo solo paredes blancas, balcones oscuros, postes y el empedrado.

El aire fuerte a sus anchas juguetea con el sol.
Por las tardes, las lluvias de abril, húmedas y tristes
Tamborean en los tejados y calaminas y los chorros de los techos, bañan las angostas veredas desnudas.

No hay aves, no hay bulla, ningún paisano hay.
El virus malvado ha convertido en desierto humano mi ciudad.

Llego a la plaza, sus delgadas bancas tiritan solas.
Una frágil mariposa va en busca de alguna flor.
Sus cuatro palmeras, una más solitaria que las otras,
Las siete farolas y su céntrica pileta, todas,
Todas mudas, casi sin alma, como la catedral cerrada.

Un camión del Ejército, ahí, recién estacionado.
Es cuarentena y ya viene el toque de queda.

Apurado llego a casa y al día siguiente
Prefiero salir a caminar por las afueras.
Los eucaliptos se contonean con el viento.
Las aves vuelan y cantan en el aire puro, a pleno sol.
Enmarcada por los altos cerros, es la otra cara de mi ciudad.

Los campesinos muy temprano van a laborar y
Los niños alegres juegan libres y sus perritos también.

La pandemia casi ha sometido a todo el pueblo, más no así
Al campo, al río, a la esperanza y a las flores,
Flores y esperanzas que perfuman los sueños
De un mañana sin virus, sin imperios y felices.
Porque al fin tendremos vida humana otra vez.
       
                        Abril 2020
 Este poema lo puede incorporar en sus sesiones de aprendizaje y descargar en el siguiente enlace:



Dirección de Gestión Pedagógica
Elver Puerta Salazar 
Director

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